
Se considera como el comienzo de la veneración por la Divina Pastora al año de 1736.
Esta fecha fue la que el párroco de Santa Rosa encargó a un famoso escultor que le hiciera una estatua de la Inmaculada Concepción.
No obstante, por una extraña equivocación, en lugar de la Inmaculada, llegó al pueblo la imagen de la Divina Pastora.